
Desde EEUU, Joaquín Ramírez subraya la importancia de favorecer la población rural. Crear zonas estratégicas de gestión con desbroces, pastoreo y quemas controladas son otras de las propuestas
Los grandes incendios, como los
sufridos este año en Jarilla, otros puntos de España, Portugal o EEUU marcan una «tendencia» global con «incendios más grandes, de mayor intensidad y que se alargan durante un mayor periodo de tiempo».
Esta evolución obliga a buscar soluciones y, en Plasencia, en el seno del congreso organizado por la Fundación Centro de Estudios Rodríguez Ibarra, con el patrocinio de Acciona, cuatro expertos han coincidido en la necesidad de poner el foco en la prevención, en una mesa moderada por la directora de El Periódico Extremadura, Marisol López del Estal.
Desde EEUU
Actuar para mitigar los efectos de las llamas es la clave en un momento en el que han confluido varias circunstancias. Para Joaquín Ramírez, asesor estratégico del CalFire en California, que ha intervenido por videoconferencia, estas han sido el éxodo rural; la desaparición de la agroganadería; una menor inversión en gestión forestal; la falta de un sistema de gestión de emergencias y una sobrerregulación y protección, sumada a la ausencia de un sistema paneuropeo para actuar contra el fuego.
Esto, unido a unas condiciones meteorológicas más extremas ha llevado en EEUU a pérdidas incluso billonarias. Por eso, ha destacado que «los beneficios de las labores de prevención son enormes en función del coste» que supone un
gran incendio.
En su opinión, la forma de revertir esta situación es favoreciendo una población rural a la que hay
que «hacer parte de la solución», también con comunicación y educación. Porque ha incidido en que el abandono de los bosques es una
de las causas principales de los fuegos más intensos y duraderos, de ahí la necesidad de «identificar zonas prioritarias de gestión e intervención» a nivel europeo.
También ha apostado por la coordinación con Portugal y por trabajar a «escalas comarcales» y ha aplaudido los proyectos de plantas
de biomasa como la de Logrosán, que Acciona ha presentado, poniéndola como ejemplo de «soluciones económicas viables».
Por su parte, Juan Sánchez, exdirector técnico del Infoca y el Infocam, se ha centrado en el sistema nacional de Protección Civil para subrayar la necesidad de «profesionalizar» la dirección de las emergencias y «trabajar desde
el principio con todas las fuerzas posibles, integrando unidades y esfuerzos de forma colaborativa».
Impulso a los dispositivos
Simplificar las normas y equipos de mando; reforzar la logística; crear un nuevo sistema de comunicaciones y un centro nacional para la contratación y logística en emergencias han sido otras de sus propuestas, así como dar un impulso a los dispositivos forestales, formando a sus miembros para las «grandes emergencias».
Lo que ha quedado claro en la mesa de expertos es que las grandes extensiones de masa forestal abandonada son el caldo de cultivo de los grandes incendios, no ya frente a pirómanos, sino frente a cuestiones naturales como los rayos y, por eso, se hace imprescindible priorizar «zonas estratégicas de gestión» de esos bosques para poner en práctica las medidas preventivas.
Es el proyecto en el que está trabajando Javier Madrigal, investigador del CSIC, que ha incidido
en la necesidad de «integrar el fuego en la planificación forestal y las actuaciones de prevención» con metodologías basadas tanto
en la simulación como en el criterio de los expertos.
Bajo su punto de vista, las mejores medidas preventivas son el desbroce, el pastoreo y el fuego prescrito bajo arbolado, es decir,
controlado, y ha abogado por «empezar a pensar en hacer quemas prescritas en verano».
En este sentido, Paulo Fernandes, profesor universitario en Portugal, ha destacado los beneficios del fuego controlado que, por las
experiencias llevadas a cabo en su país, han logrado «reducir la severidad de los incendios» a largo plazo y aumentar «la resistencia de la
vegetación» en fuegos posteriores.
En suma, para todos, es necesario «asumir el fuego como un proceso ecológico», de forma que «el gran desafío es vivir con el fuego de forma segura y minimizando su impacto».
